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La dictadura de la productividad

Byung-Chul Han, el autor de “La sociedad del cansancio” discute sobre el mandato de la productividad permanente y las consecuencias de cumplir con este imperativo. El concepto de autoexplotación que tanto se usa en la actualidad puede ser engañoso y ocultar las propias situaciones estructurales de explotación. Leyendo a Byung Chul Han te das cuenta que, aunque da en el clavo con el concepto, afirmando que la mercantilización de la vida es hoy en día la dimensión principal que moldea a los suejetos humanos y, por tanto, que más afect a su vida y salud mental. También es cierto que no se puede dejar de lado la noción de que las situaciones de precariedad las provoca el sistema capitalista funcionando a todo terreno en su dimensión económica, política y cultural.

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Las inactividades requieren mucho tiempo. Exigen un largo rato, una intensa pausa contemplativa. Son raras las inactividades en una época de apuros en la que todo se ha tornado tan a corto plazo, tan de corto aliento, tan corto de miras. Hoy se impone por todas partes la forma de vida consumista en la que toda necesidad debe ser satisfecha de inmediato. No tenemos paciencia para una espera en la que algo pueda madurar lentamente. Lo único que cuenta es el efecto a corto plazo, el éxito veloz. Las acciones se acortan y se convierten en reacciones. Las experiencias se rebajan a vivencias. Los sentimientos se empobrecen en la forma de emociones o afectos. No tenemos acceso a la realidad, que solo se revela a una atención contemplativa.Han pretende explicar por qué hemos olvidado que la inactividad, que no produce nada, constituye una forma intensa y esplendorosa de la vida, razón por la cual “a la obligación de trabajar y rendir se le debe contraponer una política de la inactividad que sea capaz de producir un tiempo verdaderamente libre.

¿Qué significa que el tiempo es una mercancía?

Quien al abrir el libro de cualquier filósofo solamente pretenda encontrar ideas nuevas, tarde o temprano descubrirá lo que decía Sócrates: lo más difícil es decir siempre lo mismo de lo mismo. ¿Y eso qué significa? Significa que pensar no es una tarea cuya lógica se asemeja a la de un estante en un gran supermercado, donde las novedades se pelean entre sí por captar la atención de los consumidores, sino que se asemeja más bien a la atenta pero renovada exploración de lo ya explorado. La novedad, en consecuencia, suele ser una trampa: un desvío en el camino permanente hacia lo más fundamental.

lo que vuelve auténticamente humano al hacer es la cuota de inactividad que haya en él

De otra manera solo seremos maquinas, ante la compulsión por hacer, que se traduce en un mandato cultural de productividad permanente bajo la fantasía de que este es el único modo de ser rentables, libres e incluso queridos (como muestran quienes construyen una sociabilidad virtual de interacciones frenéticas en las redes sociales) Han opone la noción de la cultura como fiesta.

¿Y qué es una fiesta sino lo que se desentiende de la finalidad de una meta y se pierde entre digresiones, excesos y desvíos por fuera de la funcionalidad y la utilidad? En este primer sobrevuelo de la cuestión, por lo tanto, Han señala que “el capitalismo transforma el propio tiempo en una mercancía, con lo cual este pierde toda festividad”.

Ahora bien, para el crítico de arte estadounidense Jonathan Crary, la noción de que el tiempo es una mercancía tampoco es novedosa. Sin embargo, al igual que Han, Crary no pretende sorprendernos con el hecho conocido de que el tiempo es dinero. De lo que se trata, en cambio, es de iluminar hasta qué punto incluso aquel tiempo que antes era considerado personal (y que aún hoy suele considerarse propio e intransferible) está siendo mercantilizado más allá de nuestra conciencia.

 

Comentarios

  1. Gran artículo! Sin duda es un tema que debería generar mayor debate: la productividad extrema para "lograr nuestras metas" ¿autoimpuestas? realmente nos hace libres/felices? Buen punto de partida para leer a Byung-Chul Han..

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